SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



lunes, 4 de abril de 2016

¿DEJAR las DROGAS es POSIBLE? La explicación a una posible solución se hallaría en el experimento Rat Park, llevado a cabo por el psicólogo estadounidense Bruce Alexander.

El ultimo escalón: Delirio, desesperación y muerte.

¿Qué es lo que causa una adicción a una droga? En 2016, la respuesta más fácil es decir la sustancia en sí. Esa es la lógica que nos han impuesto la medicina y el sistema judicial. Si una persona consume una droga durante el suficiente tiempo, terminará enganchada a ella porque cada vez necesitará más cantidad para conseguir los mismos efectos que sentía al principio. Por lo tanto, si la policía y los jueces persiguen a los distribuidores y poseedores de drogas, las adicciones acabarán desapareciendo.
Solo pensar en adicciones, la idea es cambiar este pensamiento

Esta teoría presupone que las drogas son entes de por sí malos que deben ser erradicados. Pero esta idea no se sostiene en determinadas circunstancias. Por ejemplo, cuando alguien va a un hospital con politraumatismos tras sufrir un accidente, lo más seguro es que los doctores le suministren morfina en grandes cantidades. Pero aunque es un opiáceo y comparte muchos componentes químicos con la heroína, muy pocos son los que terminan un tratamiento enganchados a ella.
Entonces, ¿qué pasa? ¿Hay un factor más importante que explique las adicciones más allá de la propia sustancia en sí? La expiación a una posible solución se hallaría en el experimento Rat Park llevado a cabo por el psicólogo estadounidense Bruce Alexander.
Los padres deben prestar atención a los cambios importantes
en el comportamiento de sus hijos en edad escolar.

El Rat Park (parque de ratas) es una investigación que ha supuesto una auténtica revolución en el mundo del tratamiento de las adicciones. En él, se dio a un grupo de ratas solitarias dos opciones: un bebedero con agua normal y otro con agua mezclada con heroína. Las ratas solitarias rápidamente decidieron volcarse en el que suministraba la droga hasta que se mataban.
En otro grupo, las ratas no estaban solas. Se encontraban en comunidad y con grandes divertimentos: un laberinto, ruedas para correr, y hasta un nido para criar. También estaban los botones de la morfina y del agua normal. Pero a diferencia de las del primer conjunto, las ratas del parque prefirieron el agua a la morfina, aun habiéndolos probado con anterioridad.
Alexander explica esta inesperada conducta asegurando que la principal diferencia entre los dos grupos de ratas es que las del segundo contaban con la posibilidad de socializarse y de tener tareas que llevar a cabo, mientras que las del primero solo tenían una cosa que hacer: drogarse.
Llegar al robo, asesinato y prostitución para obtener drogas.

Para el psicólogo y para Johann Hari estos resultados pueden ser extrapolados a los seres humanos: las personas que son adictas lo son porque necesitan llenar un vacío. Puede que no se sepan relacionar con los demás, que no tengan un trabajo o que su entorno no los acepte por el motivo que sea. Y por eso decidieron centrarse en lo único que les daba placer: las drogas.
Pero si los adictos son ayudados por la sociedad, se les proporciona una red de apoyo, se fortalecen sus habilidades sociales y en general, se les enseña a que encuentren fuentes de placer y satisfacción lejos de las drogas, su trastorno habrá desaparecido.
Jugarse y perderlo todo por drogarse.

Hari argumenta que el sistema actual no solo no ayuda a los adictos, sino que los margina aún más. Para él la clave está en ayudarles a conectar con su entorno. “Lo contrario de la adicción no es la sobriedad. Es la conexión con los demás”, resume.


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