SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



martes, 19 de enero de 2016

Homilía del Papa: El Pontífice se inspiró en el Evangelio que reafirma que, para comprender verdaderamente a Jesús, no debemos tener el corazón cerrado, sino que debemos seguirlo por el camino del perdón.


“¿Cómo es mi fe en Jesucristo?”. Fue la pregunta que el Papa Francisco planteó en su homilía de la Misa matutina celebrada en la Capilla de la Casa de Santa Marta. El Pontífice se inspiró en el Evangelio que reafirma que, para comprender verdaderamente a Jesús, no debemos tener el corazón cerrado, sino que debemos seguirlo por el camino del perdón y de la humillación. A la vez que insistió en que nadie puede comprar la fe, y que se trata de un don que cambia la propia vida.
La gente hace de todo para acercarse a Jesús y no piensa en los riesgos que puede correr con tal de escucharlo o sencillamente rozarlo. Así lo subrayó Francisco basándose en lo que escribe el evangelista San Marcos que narra la curación del paralítico en Cafarnaúm. Era tanta la gente que se encontraba ante la casa donde estaba Jesús que tuvieron que destapar el techo y desde allí bajar al enfermo en su camilla.


El Papa comentó que tenía fe, la misma fe de aquella señora que estaba en medio de la muchedumbre cuando Jesús iba a la casa de Jairo y que tocó un borde del manto del Señor para ser curada. La misma fe del centurión que pedía la curación de su siervo. “La fe fuerte, contagiosa, que va adelante” – dijo el Santo Padre – gracias, precisamente, al “corazón abierto a la fe”.

Con el corazón cerrado no podemos comprender a Jesús: De la vicisitud del paralítico, el Obispo de Roma señaló que “Jesús da un paso hacia adelante”. En Nazaret, al inicio de su ministerio, “dijo en la Sinagoga que había sido enviado para liberar a los oprimidos, a los encarcelados, para dar la vista a los ciegos… inaugurando un año de gracia”, es decir un año “de perdón, de acercamiento al Señor. Inaugurar un camino hacia Dios”. Pero aquí – dijo el Papa – da un paso más: no sólo cura a los enfermos, sino que perdona sus pecados:

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