SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



miércoles, 19 de diciembre de 2012


MERLO, el Distrito de los MURALES: Se puede disfrutar de ellos en plazas, escuelas, estaciones de tren y colectivos y en las grandes paredes de los barrios que lo permiten.
Los murales corresponden a la Plaza que se halla en  Av. Pte. Peron y Solanet
casi frente a la estación de trenes de Merlo, lado Norte.

Los Centros Culturales y Escuelas Municipales de Arte de Merlo tienen plena conciencia que el despertar del arte permite al ser humano adquirir conciencia de sí mismo, le obliga a cuestionarse el entorno que le rodea, buscando respuestas dentro de él mismo. La actividad artística permite al ser humano reconocer su rol creador de forma lúdica y natural.

El arte permite a los jóvenes de ambos sexos del distrito, sentirse protagonista no sólo de su existencia, sino de la historia; registrando su legado creativo en el tiempo y espacio, construyendo en pequeños bloques la realidad de todos. Además, desarrolla la capacidad de pensamiento consciente y razonamiento crítico.

Un poco de historia del muralismo en Argentina: En la historia de la plástica Argentina, la pintura mural no ocupa un lugar comparable al de la pintura de caballete. Pero las obras que se han realizado poseen una calidad muy apreciable.
Antes de comenzar a contar sobre la historia del muralismo argentino, es necesario establecer un criterio acerca del significado de la palabra mural.
 
El término mural significa en realidad, lo referido al muro y a su tratamiento; el muro, por su parte, tiene en la arquitectura función de cerramiento, de limitación del espacio, de plano que intercepta la visual, para omitir su carácter estructural, que en este caso no nos incumbe.
 
Por estar estrechamente ligado a la arquitectura, es ideal la cercana colaboración de arquitecto y muralista, quienes deberán coincidir sobre la idea rectora para llegar a un resultado armónico: el primero comprende el edificio que ha proyectado, pero debe tener en cuenta que el segundo debe compenetrarse bien hondo con él si se desea que la obra sea coherente.
 
El mural más antiguo que se conoce en Buenos Aires, está en la iglesia del Pilar ocupando la pared trasera del altar de La Dolorosa. Fue ejecutado al fresco y está fechado en 1735; posee un relativo mérito artístico pero se halla en bastante malas condiciones, especialmente en su parte superior.
 
En el norte de nuestro país existe un mayor número de éstos de esa misma época, aunque reducido a una temática religiosa ejecutada con factura netamente popular.
 
A la sencilla vida de Buenos Aires correspondía su sencilla arquitectura de casas modestas e iglesias blancas donde el único toque de color era el oro de los altares y la policromía de las imágenes.

 

 

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