SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



miércoles, 15 de agosto de 2012


Más de 10 Mil votos se necesitaron para que “El Hornero” fuera nuestra AVE NACIONAL, en una reñida votación allá por 1927.
El Magazin de Merlo: Para ser el AVE NACIONAL el Hornero tuvo que competir  con el cóndor, el tero, el ñandú, el chaja y el chingolo.
Ha ganado la merecida fama de ave trabajadora, por su sorprendente nido de adobe. Sobre su temperamento, podemos decir que es manso, de andar elegante y muy caminador. Es infaltable su presencia en parques, plazas y otros espacios verdes, donde recorre con paciencia y esmero en busca de lombrices y otros invertebrados desprevenidos que caza con extrema habilidad.
Los dos miembros de la pareja participan en la elaboración del nido, trabajando muy duro, hasta dar con el material más apropiado para su construcción. Usan su pico como única herramienta y con él forman una bolita de barro, con pajitas, raíces y estiércol o crin de caballo, como si fueran los pequeños ladrillitos de su rancho. Con decenas de viajes para depositar esos pedacitos de adobe construyen su nido, casi siempre, sobre un sitio visible, como ramas gruesas de árboles, techos, postes de luz o alambrado y monumentos o cornisas de edificios.
El interior está dividido en dos zonas por un tabique. Así, podemos distinguir una "sala" mayor, donde se instalará la cámara de cría y una anterior, más pequeña, que es una "galería" que da continuación a la entrada. Esta formidable estructura, es construida entre seis y ocho días, si las condiciones son favorables. Pesa unos 4 o 5 kilos y es capaz de soportar un peso de hasta 100 kilogramos. Además, resiste las adversidades climáticas durante mucho tiempo. Aunque se conserve intacto, la pareja de horneros construye uno nuevo todos los años, a veces, sobre el anterior, pudiendo llegar a observarse como edificios de departamentos de hasta cinco pisos. Sus nidos abandonados suelen ser ocupados por otras aves. Por eso, es común ver que lo usen para nidificar los jilgueros, ratonas, golondrinas y caburés, cuando no para refugiar hasta alguna comadrejita o culebra. Por esta razón no es aconsejable meter la mano donde uno no sabe qué puede encontrar adentro, porque aunque las culebras no sean venenosas, la sorpresa rara vez resulta agradable. Hay algo que sorprende de su canto y es que canta a dúo. El macho entona una melodía que conjuga perfectamente con la que simultáneamente lanza la hembra. Hacen algo similar a dos músicos que interpretan melodías diferentes que conjugan para una misma sinfonía. Y su canto, verdaderamente llena de vida nuestros días.
Por ser un pájaro tan "trabajador" y que convive con el hombre de campo, es muy apreciado, y ha sido acreedor de innumerables poemas, historias y comentarios de celebrados hombres de letras y compositores folclóricos, los que lo llevaron a ocupar un lugar privilegiado dentro del contexto cultural argentino. Como el gaucho, con barro, bosta y paja, el hornero construye un nido confortable y resistente, que lo protege de la intemperie más cruda. A diferencia de aquél, habita en su nido una sola temporada, y luego lo abandona y se construye otro. Cuando un ave como el tordo se apropia de su nido, el hornero le tapia rápidamente la puerta del nido, y se construye en otro lugar uno nuevo para su pareja.
¿Cómo fue elegida Ave de la Patria el Hornero? Un director de un diario inspirado, decidió averiguar los diferentes estados de opinión entre la población de niños que cursaban la enseñanza primaria en todos los establecimiento del país en el ya lejano 1927. Se inquirió sobre una cuestión de hecho puntual: "Por sus características. Por sus cualidades. Por sus propiedades: ¿Cuál debe ser considerada AVE DE LA PATRIA? La respuesta no se hizo esperar. Más de cuarenta mil alumnos se expresaron. La encuesta se rotuló "exitosa, estimulante y creativa". Propusieron algunos el monumental Cóndor, con su metro de longitud y tres de envergadura. Otros inclinaron su preferencia hacia el zancudo y alborotador Teruteru (comúnmente denominado Tero). El veloz corredor de las llanuras llamado Ñandú fue dignamente considerado. Nuestro enorme, lento y erguido Centinela de La Pampa, francamente apreciado por el Gaucho argentino y mejor conocido como Chajá gozó de gloria y alabanzas. El sexto lugar le cupo al popular y melodioso conirrostro que llamamos Chingolo. Pero la expresión pública se pronunció por este pequeño genio (que gratamente hasta aquí nos ocupa) por más de diez mil votos y es desde entonces , oficialmente: ¡PÁJARO NACIONAL!.


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